Nuevas claves del militarismo

En la actualidad, para abordar adecuadamente cualquier debate sobre situación, perspectivas o campos de actuación del antimilitarismo, a nuestro entender, sería imprescindible detenerse a analizar mínimamente lo que podríamos llamar “el mundo de hoy y sus claves”, no vaya a ser que nuestro análisis de futuro esté viciado de entrada por partir de una realidad que pertenece al pasado.

Las siguientes reflexiones no pretenden sino dibujar en sencillas pinceladas esas nuevas claves, intentando remarcar su decisiva repercusión sobre el militarismo de hoy en día, esperando tengamos los suficientes reflejos para tenerlas en cuenta en nuestros análisis sobre el futuro del antimilitarismo.

1. LA MUNDIALIZACIÓN (O GLOBALIZACIÓN) E INVISIBILIDAD DE LOS ACTUALES CENTROS DE PODER

Hay que partir de la constatación de que desde hace ya unos cuantos años (aunque es verdad que bastante de “tapadillo”) los centros de decisión del “Poder” (así, con mayúsculas) se han ido desplazando desde los gobiernos de los diferentes Estados, e incluso de sus estructuras supraestatales (CEE, por ejemplo), a otras estructuras de carácter económico, financiero y comercial (Banco Mundial -BM-; Fondo Monetario Internacional -FMI-, Organización Mundial del Comercio -OMC, y antiguamente GATT-;…) que imponen a los “tradicionales poderes políticos” (gobiernos y partidos que aspiran a presidirlos) líneas de actuación económicas que condicionan decisivamente toda su política.

Las consecuencias más directas de ello (al menos al nivel que aquí nos interesa) son:

  1. Lo que podríamos definir como la pérdida de la “soberanía” de los gobiernos estatales que han de hacer coincidir sus política con las señaladas por esos centros de poder económicos, so pena de quedar “excluidos del sistema” (sería el caso de la actual “corriente” de profesionalización de los ejércitos y modernización del armamento)
  2. Directamente relacionado con lo anterior, la casi total imposibilidad de diferenciación entre progresista/conservadora de las políticas ejecutadas por los partidos gobernantes o aspirantes a gobernar. Es decir, las clásicas Izquierda o Derecha, una vez en el poder, ejecutan políticas económicas y sociales a grandes rasgos muy similares (por ejemplo, PSOE y PP han mantenido la misma política en cuanto al incremento del gasto militar hasta el 2% del PIB, la incorporación a la OTAN, el apoyo y proteccionismo a la industria militar,…).
  3. El actual Intervencionismo, Imperialismo o Neocolonialismo, ni es militar ni visiblemente mortal , en líneas generales (luego matizaremos) es económico, múltiple y cotidiano (es decir, se realiza día a día, sin un día “D”, y en muy diferentes lugares del planeta a la vez). Esto repercute en un notable cambio del papel que se les asigna a los ejércitos en la actualidad, como luego veremos.
  4. Por último y como característica importantísima hay que señalar la invisibilidad de estos nuevos centros de poder. Es decir, nos encontramos con un Poder sin caras ni nombres (¿quién sabe ponerle nombres propios o caras a quienes se esconden tras siglas como FMI, BM, OMC, Maastricht…) con “armas” imperceptibles o incomprensibles (“de repente” estamos en crisis, o la moneda de un país se debilita o refuerza, la bolsa sube o baja espectacularmente… y ya sabemos bien las contundentes consecuencias que suelen tener en nuestros bolsillos las mencionadas situaciones), sin localización física conocida (paraísos fiscales “ubicados” en remotas islas o desconocidos países, duros “ataques” a la peseta provenientes de operaciones especulativas que no se sabe de dónde vienen…), y sin nacionalidad concreta (las grandes multinacionales, los grandes poderes financieros, además de manejar cantidades de dinero muy superiores a los presupuestos de muchos Estados, están compuestos por gentes de diversas nacionalidades; un ejemplo cercano, el actual dueño de EXPAL (Explosivos Alaveses[1], Pallas Invest, es una sociedad de capital internacional con sede en Luxemburgo, pero de la que forman parte bancos, compañías de seguros, inversores industriales y financieros franceses, suizos, japoneses y canadienses principalmente.

En definitiva, se hace prácticamente imposible “conocer” o identificar al “enemigo”, al “responsable”, y sin conocerle es muy difícil “combatirle” o hacerle frente.

2. EL NUEVO PAPEL DE LOS EJÉRCITOS

El panorama descrito exige inexorablemente una readecuación del papel que hasta ahora venían desarrollando los ejércitos. Esta readecuación se sustenta en las siguientes razones:

  • La paulatina pérdida desde hace años de la función de los ejércitos estatales como “garantes de la seguridad nacional” ante la amenaza de agresiones externas. Al menos en lo que respecta al llamado “mundo occidental” desde la consolidación de las grandes alianzas militares este “riesgo a nivel nacional” desapareció en gran medida, pasando a constatarse a un nivel superior: la casi continuada “guerra fría” entre dos grandes bloques militares.
  • Pero la desaparición del Pacto de Varsovia rompe también con este panorama, dejando una clara situación de hegemonía militar del llamado “bloque occidental” que, de hecho, pasa a “encontrarse sin enemigos aparentes”.
  • Como acabamos de ver en el apartado anterior, no son las intervenciones militares (con sus cargas de violencia, sangre, muertes y destrucción absolutamente palpables y “televisibles”) la “herramienta” preferida por los actuales poderes para imponer su colonialismo intervencionista, sino las “herramientas” mucho más sutiles y aparentemente “inocuas” (aunque a la larga mucho más asesinas y destructoras) que ya hemos señalado.
  • También han perdido su función de control interno (de igual modo en buena parte por la “aparatosidad” que supone su utilización para estos menesteres) que ha pasado a depender de los cuerpos policiales (policías privadas incluidas) y de las “democráticas” (pero implacables para con l@s potenciales subvertidor@s del “orden establecido”) reglamentaciones legales y actuaciones judiciales (luego ahondaremos en el tema).

Todo ello conduce a que en la actualidad nos encontremos con que las funciones de los ejércitos hoy en día podrían resumirse en dos grandes bloques (volvemos a recordar que nos referimos al llamado “Primer Mundo”):

  1. Los ejércitos “pacificadores” y sus intervenciones “humanitarias” para “resolver” los conflictos de “los pobrecitos países subdesarrollados” o de aquellas zonas en las que los “peligrosos nacionalismos exacerbados” han escapado al control de sus gobiernos. Sin embargo hay que matizar que tras los nefastos resultados de varias de estas “grandes operaciones humanitarias” (Somalia, Ruanda…) Estados Unidos y otras grandes potencias militares en los últimos tiempos rehuyen el participar en las actividades de los cascos azules de la ONU (en el caso de EEUU se suma su tremendo desprecio por esta organización, al menos hasta ahora que ha conseguido imponer un secretario general de su gusto) cuyas operaciones además de caras han de ser mínimamente consensuadas, reservando estas espectaculares y televisadas “acciones humanitarias” a los ejércitos de los países a los que, bien por necesidad de lavar la imagen de sus ejércitos (el caso español en general y el de los legionarios en particular) o por contar con intereses geoestratégicos en la zona en cuestión, terminan “rentabilizando” sus grandes costes.
  2. “Garantes del Nuevo Orden Mundial” (capitalista y occidental habría que añadir). Es el papel que las grandes potencias, nucleadas alrededor de la OTAN se reservan a la hora de intervenir militarmente en aquellas zonas en las que se vea peligrar sus intereses económicos (léase, por ejemplo, petróleo, materias primas…) y al que recurren por propia iniciativa arrogándose el papel de “guardianes del mundo civilizado” (el caso Kuwait-Irak es sumamente representativo).

3. LA SITUACIÓN EN EUROPA

Estos nuevos centros de poder, aunque cada vez más poderosos, más independientes de -e influyentes en- las políticas estatales, no pueden hacer “tabla rasa” de todos los países o Estados, y así, “deben” tratar con especial “mimo y consideración” los intereses particulares de quienes podríamos denominar los “tres capos” del momento, esto es, Estados Unidos, Japón y Europa, en este orden. Para no extendernos en demasía, no analizaremos la situación de los dos primeros, centrándonos en el caso de Europa que es el que más nos afecta.

Europa, que hasta la dos “Guerras Mundiales” había cumplido el papel de líder mundial, tras las mencionadas guerras ve perdida su hegemonía en favor de Estados Unidos, y reducida su dimensión conjunta (si alguna vez la tuvo) a un espacio geográfico y pluricultural, desde luego no cohesionado políticamente. Tras diversos intentos, en cierto modo fallidos, de dotarse de esa cohesión al menos en el aspecto económico (Mercado Común, CEE…), el nuevo panorama mundial descrito junto con la situación creada tras la desaparición del denominado “bloque del Este” le fuerzan, a finales de los 80, a decidirse por una mayor o real “conjunción de esfuerzos” si realmente pretende no quedarse “fuera de juego” y tener capacidad en alguna medida para formar parte del “grupo de los capos”. Este proceso es el que conduce a finales del 91 a la firma del últimamente famosísimo Tratado de Maastricht, que aunque al principio iba a ser un acuerdo de carácter fundamentalmente económico, al final trasciende esta esfera para sustentarse en tres grandes pilares: económico, militar y de seguridad. Analicemos estos dos últimos.

3.1. El Pilar militar europeo

3.1.1. La nueva configuración

La caída del muro de Berlín y la desaparición del Pacto de Varsovia, junto con la constatación señalada de la necesidad de una mayor cohesión europea, hacen que a la hora de intentar dibujar en el plano militar un nuevo panorama a nivel europeo se hayan dado (y en alguna medida se sigan dando) varias tendencias:

  • La de aquellos países que continúan considerando oportuno mantener el esquema hasta ahora vigente con una OTAN liderada por Estados Unidos con el total apoyo europeo (postura mantenida por el Reino Unido, Noruega, Holanda, Turquía, y en alguna medida Portugal).
  • Quienes apuestan por un reforzamiento de la dimensión europea en las tareas de Defensa, estableciendo con Estados Unidos una relación de simples aliados (comparten esta postura el Estado francés -muy preocupado con la situación de conflicto del Mediterráneo-; Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo, la “ambigua” Alemania -especialmente “sensible” a la situación creada en los países del antiguo Pacto de Varsovia-, y más tenuemente, Italia, Grecia y el Estado español).
  • Los países del antiguo Pacto de Varsovia, divididos entre quienes apuestan por su integración en una nueva OTAN, y quienes, encabezados por Rusia, apuestan por la desaparición de la OTAN y de la creación de una nueva Organización Militar a nivel europeo en la que se agruparían todos los países europeos tanto de la OTAN como del extinto Pacto de Varsovia.

Este variopinto panorama parece haberse aclarado un poco en los últimos meses, abriéndose paso una opción “mixta” en la que aun permaneciendo el esquema de una OTAN liderada por Estados Unidos, se modificaría en parte para posibilitar una “Identidad Europea de Defensa” (por ejemplo, ante situaciones de conflicto puntual en el área europea, las fuerzas OTAN europeas, bajo “disfraz de Unión Europea Occidental -UEO-[2]y con el previo “visto bueno” de EEUU, contarían con cierto grado de autonomía) y permitiendo la entrada de la inmensa mayoría de los países del antiguo Pacto de Varsovia (Rusia sin embargo sigue apostando por la creación de un nuevo “paisaje militar”). En cualquier caso, este proceso parece que se aclarará en gran medida en la “Cumbre de la OTAN” que se celebrará en Madrid los próximos 8 y 9 de julio y que pretende cerrar la “nueva estructuración de la OTAN”.

3.1.2. Las primeras consecuencias

  • Sin duda la más importante ha sido la iniciación de un proceso acelerado de profesionalización de los ejércitos en varios países (Holanda, Bélgica, Estados francés y español…) que permita recortar el número de militares, aumentar su movilidad y capacidad técnica, y el poderío, y sofisticación de sus armamentos, el objetivo de fondo es el adecuar a los ejércitos a su nuevo papel e intentar configurar una especie de Ejército Europeo[3] que se encargaría de poner en marcha la señalada “Identidad de Defensa Europea”.
  • De la mano de lo anterior, y ante la “necesidad” de ganar terreno a la poderosa industria militar estadounidense (reforzada además por haberse hecho, en gran medida, con el antiguo “mercado” de la, en buena parte, desmantelada industria soviética) y poder abordar proyectos de armamentos inasumibles por su carestía por un sólo país, se han creado dos estructuras (el GEIP y el GAEO) como pasos previos a la constitución de la Agencia Europea de Armamento, interés primordial de Alemania, el Estado francés, Reino Unido e Italia, principales potencias europeas en la fabricación de armamentos.

3.2. El pilar europeo de Seguridad

Dentro del nuevo contexto mundial, los principales riesgos para el irónicamente llamado “mundo occidental o desarrollado”, no surgen tanto de la amenaza militar de enemigo alguno[4](no hay nada ni nadie con capacidad para ello) sino de la “explosión del desorden” (en expresión de Ramón F.Durán) que se avecina en sus propias sociedades ante los efectos de las políticas económicas y sociales desarrolladas hasta el momento, y que en el caso europeo podríamos resumir en dos:

  • Las grandes migraciones: Millones de ciudadan@s del llamado “Tercer Mundo” a quienes los intereses occidentales les han desposeído en sus propios países de sus materias primas, de sus rasgos culturales, de sus medios tradicionales de vida, a quienes se les ha esquilmado y envenenado el medio ambiente y condenado a un no futuro… y que como consecuencia de este intervencionismo e imperialismo económico del “mundo desarrollado” no tienen más remedio que abandonar sus zonas de origen y dirigirse hacia ese “Primer Mundo” en busca de las migajas que les puedan permitir sobrevivir.
  • La conflictividad social interna: En la actualidad la exclusión social que padecen millones de ciudadan@s de los propios países “desarrollados” por efecto de una políticas de capitalismo salvaje[5]conduce -está ya en ello- a una conflictividad social galopante. Este hecho se acentúa notablemente en los últimos años en Europa por la progresiva desaparición del llamado “Estado del Bienestar” que no eran sino pequeñas concesiones sociales de las “democracias capitalistas europeas” para intentar vender la “bondad” de su sistema ante la “maldad del sistema soviético”. Una vez desaparecido éste, el disfraz del “Estado de Bienestar ya no es necesario y los recursos hasta entonces a él dedicados para apaciguar a l@s descontent@s o marginad@s se dirigen ahora a reforzar más si cabe la brecha entre “poderosos” y excluid@s.

Es desde estas dos situaciones por ellos creadas desde donde surge su “necesidad” de reforzar la seguridad (la suya claro está) lo que significa ni más ni menos que mayor control policial (aumento de la densidad policial y de sus instrumentos de control, incremento espectacular de los vigilantes jurados…) y represivo, aunque eso sí, disfrazados de “democrático” (en nuestro caso se podrían señalar la “ley Corcuera”, el Nuevo Código Penal, la ley de extranjería, la ley de videovigilancia…), y todo ello justificado en la falsa y provocada sensación de “inseguridad ciudadana”[6] y la necesidad de luchar contra el narcotráfico, el terrorismo, el crimen organizado y la inmigración ilegal.

3.2.1. Primeros pasos a nivel europeo
  • Los “Acuerdos de Schengen”: que básicamente consisten en la exigencia de visados para l@s ciudadanos de los países no comunitarios; el establecimiento de cupos de permisos de inmigración en función del mercado de trabajo; y, fundamentalmente en la creación del llamado “Sistema Informático de Schengen” especie de inmenso ordenador central policial en el que las diversas policías de la Unión Europea ponen en común las fichas policiales de cualquier sospechos@ (la cipayada durante 1996 ha conseguido el permiso de acceso al mencionado sistema informático).
  • La creación de la EUROPOL: muy poco se sabe hasta el momento de ella (sus contenidos y objetivos se guardan en el más estricto secreto, aunque no es muy difícil imaginárselos) pero encierra el intento de crear una especie de FBI a escala Unión Europea .
  • El Sistema de Vigilancia, Control y Protección de las fronteras de la Unión Europea: Se trata de un acuerdo de cooperación entre diversos servicios paramilitares (en concreto actualmente la Gendarmería francesa, Carabineros italianos y la Guardia Civil) que en principio se fija como principal objetivo “la contención de la inmigración africana”.

4. REPERCUSIONES EN EL ESTADO ESPAÑOL

Señalamos sucintamente a continuación las repercusiones directas sobre el Estado español de lo hasta ahora comentado.

4.1. En el plano militar

  • Integración plena en la OTAN[7]
  • Proceso acelerado de profesionalización del ejército
  • Tendencia al aumento continuado del Gasto militar por la necesidad de “modernización de los ejércitos”[8]
  • Fuertes inversiones en proyectos de armamento tanto de cooperación europea (Avión de Combate Europeo -EFA- que supondrá una sangría en los presupuestos estatales de 1 billón 200.000 millones y que cuenta con amplia e importante participación de empresas vascas de armamento) como propios (Fragatas F-100, otros 300.000 millones)
  • Privatización de las grandes y rentables empresas públicas de armamento (caso de Construcciones Aeronáuticas -CASA-), o reordenaciones y reagrupaciones del sector (caso de los sectores de Municiones y Explosivos , o Armas Cortas) con cierre de fábricas pequeñas y reagrupamiento en torno a las empresas “fuertes” (caso de EXPAL)
  • Potenciación de las intervenciones españolas en las “campañas de los ejércitos pacificadores”, como ya hemos comentado, especialmente “indicadas” para aquellos ejércitos con acuciante necesidad de “lavado de cara”, como es el caso del español.

4.2 En el plano de la “seguridad”

  • Incremento espectacular de las empresas de seguridad y de todo tipo de vigilantes y policías privadas (actualmente más de 64.000 en todo el Estado español).
  • Ley Corcuera.
  • Ley de Extranjería.
  • Nuevo Código Penal.
  • Proyecto de ley de Videovigilancia.
  • Incremento de las responsabilidades a la Guardia Civil, entre las que destaca su incorporación al “Sistema de gestión de crisis” del Mº de Defensa.
  • Intensificación y potenciación del GATI (Grupo de Análisis y Tratamiento de la Información, verdadero banco de datos informatizado de la policía que también almacena antecedentes y recoge informaciones de vigilantes jurados, detectives, informadores comerciales y hasta guardas jurados, incluyendo comportamientos “sospechosos” o no habituales[9]).
  • Modificación de la ley de Enjuiciamiento criminal para permitir la actuación del “agente encubierto” (es decir, infiltrado).
  • La mencionada coordinación entre Gendarmes, Carabineros y Guardia Civiles con especial acento en los puestos fronterizos.
  • Diferentes propuestas tanto policiales como jurídico/legales para la creación de una especie de “estado de excepción” encubierto en Euskadi, donde padecemos con especialísimo énfasis la mayoría de las medidas hasta ahora reseñadas empezando por una densidad policial (7,2 policías por cada 1.000 habitantes, el país del mundo con mayor densidad policial y un 75% superior a la de la media europea)[10].

5. ALGUNAS REFLEXIONES O RECAPITULACIONES FINALES

A la vista de lo comentado hasta ahora, creemos que se hace necesario un nuevo análisis de la realidad del militarismo y del antimilitarismo que abandone ciertos esquemas/ideas trasnochados e incorpore nuevas reflexiones más ajustadas a la realidad. Por ejemplo:

  • No es real que los partidos gobernantes de tal o cual Estado sean los responsables directos de las actuales políticas militaristas o policiales. En la actualidad, son los grandes centros económicos de decisión (FMI, BM, OMC…) quienes fijan e imponen unas políticas económicas que determinan esas actuaciones bajo la amenaza explícita de quedar “excluidos o marginados” del mundo “desarrollado”.
  • El imperialismo, intervencionismo y colonialismo que hoy siguen padeciendo multitud de países, no es achacable principalmente a la actuación de ejército alguno sino a las imposiciones de un sistema económico y social que, hoy por hoy, en gran medida no necesita de la intervención directa de los ejércitos, sino que utiliza “soldados” con uniformes de “ejecutivos” y “armas” no escandalosas y visiblemente sangrientas y letales (multinacionales, corporaciones financieras, operaciones especulativas…).
  • No es mayoritariamente cierto que los ejércitos de hoy en día, el español incluido, sean golpistas o intrínsecamente fascistas, ni que en la actualidad su papel principal sea “defender” de agresiones externas o controlar el orden social interno. Su papel en la actualidad (al margen de operaciones “pacificadoras” de maquillado) es intervenir allá donde haya un riesgo “serio” para los intereses de los grandes poderes económicos (petróleo, materias primas…) que así lo “exija”.
  • La profesionalización del ejército español no es producto (salvo en muy pequeña medida) ni de la campaña de insumisión ni de la presión de una sociedad sensibilizada con el antimilitarismo . Sin restarle méritos a la campaña de insumisión, sus logros hay que buscarlos en otros aspectos, pero la profesionalización del ejército es una medida impuesta a nivel europeo fundamentalmente por motivos económicos y estratégicos, y no por una “cesión” ante la contestación social.
  • Desde hace ya tiempo, y será mucho más claro tras su desaparición el servicio militar no es el instrumento utilizado para “inculcar” a la sociedad los valores militaristas (jerarquía, individualismo, obediencia ciega, machismo, xenofobia, racismo, sexismo…) sino que éstos se introducen actualmente en nuestra sociedades mucho más sutilmente a través tanto de la educación, las relaciones laborales -o su carencia-, los modelos de relaciones interpersonales o el ensalzamiento de actitudes competitivas que se hallan en el origen de las actuaciones militaristas. En esta labor juegan un papel fundamental los medios de comunicación social, principal herramienta de los poderosos para la “reeducación” de las sociedades.La “Mundialización o globalización” de los actuales centros de Poder, exige respuestas también globales que partan de iniciativas locales pero coordinadas. Hoy más que nunca debemos esforzarnos en “despartamentalizar” las luchas sociales. Los temas no afectan sólo a un movimiento social en concreto (por ejemplo, el gasto militar no es un tema especialmente antimilitarista, afecta principalmente a todos los cam pos sociales que ven recortadas sus capacidades presupuestarias por la apuesta por el gasto militar en detrimento del gasto social) sino que afectan a tod@s a la vez y desde la conjunción de esfuerzos y la coor dinación es desde donde debemos darles respuesta. Ello debe llevarnos a redoblar los esfuerzos de coordina ción y a trabajar conjuntamente con otros movimientos sociales en campañas que como la lanzada por la Plataforma contra Maastricht intentan hacer frente a los salvajes planes de los nuevos centros de poder

Desde aquí apostamos porque el antimilitarismo sepa “comprender los nuevos tiempos”, reconocer a sus “verdaderos enemigos” y buscar y encontrar los caminos y las compañías adecuadas en el largo y apasionante trecho hacia la consecución de unas sociedades desmilitarizadas.

 

NOTAS

[1] Empresa alavesa de armamento “famosa” por su producción y exportación de minas antipersonales, “bomas racimo” y otros engendros parecidos.

[2] Para ello en concreto se han creado las Fuerzas Operativas Combinadas Conjuntas (FOCC)

[3] Ya se han dado algunos pasos en este sentido con la creación del EUROCUERPO (Cuerpo de Ejército Europeo), el EUROFOR (Eurofuerza Operativa Rápida), el EUROMARFOR (Fuerza Marítima Europea) y los grupos EURODEFENSE (grupos de estudio sobre el papel de los ejércitos estatales dentro del euroejército y la Identidad de Defensa Europea)

[4] El llamado “integrismo islámico” -calificación cuando menos xenofóbica-, en realidad no representa ningún riesgo militar para los integristas capitalistas que así intentan mostrárnoslo (como lo demuestra el propio hecho de que sean ellos sus mayores proveedores de armamento) sino un riesgo para sus intereses económicos ante la posibilidad de perder el control de algo tan necesario para ellos como el petróleo o determinadas materias primas que estos países poseen

[5] No nos detendremos ahora en profundizar en este tema que queda un poco fuera del objeto principal de este escrito, pero a quien pudiera estar interesad@ en ello le recomendamos la lectura del libro ya mencionado “LA EXPLOSION DEL DESORDEN. La metrópoli como espacio de la crisis global”; Ramón Fernández Durán, Editorial Fundamentos.

[6] Para quien quiera profundizar en el tema de la falsa “inseguridad ciudadana” puede echar mano, entre otros textos, del informe “El gasto militar en Euskadi 1996” que publicamos el año pasado.

[7] Las implicaciones de tal hecho podéis verlas desarrolladas en el artículo central del “SAREA” de Enero del 97

[8] Información detallada al respecto en el libro “GASTO MILITAR Y ALTERNATIVAS SOCIALES (1997)”, editado por el Colectivo TRITON, Apartado de Correos 13, 28901 Getafe

[9]Ver “El País” 25-1-97

[10] Los datos sobre los aspectos más importantes de la militarización y estado policial que padece Euskadi se pueden econtrar en el “Informe sobre el Gasto militar en Euskadi 1997 y Control Social” elaborado por el Colectivo “Gasteizkoak”, Gasteiz, Marzo 1997.

 

Colectivo Gasteizkoak

Primavera de 1997

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