Alimentar las guerras o apostar por el futuro
En nuestras “modernas sociedades occidentales” nos hemos acostumbrado a observar impertérritos las espeluznantes imágenes que los diferentes medios de comunicación nos “acercan” de las numerosas guerras o conflictos armados, llegando a asimilarlas como “algo inevitable que sucede en otra partes” y generando en nosotros tan sólo un sentimiento de “compasión” que intentamos canalizar a través de una “solidaridad” basada en los donativos y envíos de “ayuda humanitaria”, incluso en forma de “ejércitos pacificadores”.
Pero, ¿y si resulta que esas “lejanas guerras” no lo fueran tanto, bien porque el armamento que las alimenta se fabrica en nuestros pueblos; bien porque las políticas exportadoras de armamentos que las instigan son generadas por “nuestros” propios gobiernos; bien porque incluso las “ayudas al desarrollo” con que “nuestras” instituciones contribuyen a la “paz mundial”, muchas veces están condicionadas a la adquisición de armamento? ¿ Y si esos “ejércitos pacificadores” no fueran sino el velo de hipocresía con que las “naciones civilizadas” tratan de cubrir los “monstruos” que ellas mismas en buena parte han originado?.
Este es el caso del sector de armas cortas de Euskadi (extensible al resto de sectores de la industria militar), y por ello el objetivo de denuncia en el que centramos este año la “V Marcha por la Conversión de las fábricas militares en Euskal Herria”, que tendrá lugar hoy sábado partiendo de la plaza Unzaga de Eibar.
Pero cometeríamos un gravísimo error si adjudicásemos la responsabilidad de estos hechos a las plantillas de las fábricas de armas (en este caso Star, Llama y Astra). El 95% de la responsabilidad recae tanto en los propietarios de estas empresas (auténticos mercaderes de la muerte sin escrúpulo alguno, y cuyo único objetivo es el de aumentar sus beneficios, aun a costa de instigar a nuevas guerras o recortar salvajemente sus plantillas) como en las Instituciones, especialmente el Gobierno vasco, que, lejos de impulsar y exigir políticas de conversión para un sector con una gravísima problemática en cuantos a puestos de trabajo, apoya, subvenciona e incluso controla y dirige en algunos casos, una política empresarial cuyos resultados sociales (más guerras, mayor empobrecimiento del “Tercer Mundo”) y laborales (condena al paro a gran parte de los trabajadores del sector y sus familias) creemos que quedan bastante patentes en los siguientes datos:
Gobierno vasco
- En 1991 a través del denominado Plan 3-R concede ayudas a las tres empresas del sector por valor de 1.168 millones.
- A partir de 1991, se hace con la hipoteca de las instalaciones de Llama, colocando a los exconsejeros del Gobierno José Ignacio Arrieta (a través de MBN Asociados) e Ignacio Quintana (a través de Gestiber), y fuerza a las negociaciones para el reagrupamiento del sector –objetivo que declara “prioritario”- y promete “buscar un hueco entre cualquier neuva ayuda institucional que pueda instrumentalizarse.
Política empresarial
- Tras las ayudas institucionales recibidas en 1991, el sector en conjunto aumenta la facturación en un 50% (de 2.800 a 4.200 millones) en el periodo 92-94, y reduce la plantilla en un 36,7% (de 562 a 356 trabajadores)
Exportaciones
- A pesar de las prohibiciones recogidas tanto en la legislación internacional como española, las empresas españolas de armas ligeras (el 95% de las cuales se encuentra en Euskadi), durante el periodo 1989-93 exportaron armas ligeras y municiones a once países con conflictos armados, por un importe superior a los 3.000 millones de pesetas.
- De igual forma, y por medio de ventas interpuestas a través de terceros países, y contraviniendo los embargos decretados por Naciones Unidas, Star, Llama y Astra exportaron armamento a diversos grupos de los enfrentados en la guerra de la antigua Yugoslavia (a croatas, musulmanes y eslovenos) y a Sudáfrica (en 1991)
- Es necesario recordar que las armas ligeras son las que más muertes causan y las más utilizadas en los conflictos del llamado “Tercer Mundo”, cuya deuda externa es debida en un 30% a la compra de armamentos a las “grandes potencias occidentales”.
Ante datos como éstos (ver EGIN del 09-06-95), y desde la apuesta por un futuro que transforme la realidad actual en sociedades verdaderamente justas, solidarias e igualitarias, defendemos la conversión como el proceso adecuado para contribuir a esa transformación.
Entendemos la conversión como la estrategia que pretende poner en funcionamiento los procesos políticos, económicos, sociales y tecnológicos necesarios para que los recursos que hoy se emplean para fines militares, se destinen a satisfacer las verdaderas necesidades sociales y a poner en marcha una verdadera política de solidaridad con los pueblos y personas cuya situación socio-económica es insostenible, pues si todos hemos contribuido a generar esta situación, todos debemos tomar parte en su solución.
La objeción fiscal a los gastos militares, la denuncia de la política institucional y empresarial en las industrias militares y sus exportaciones, la puesta en marcha de los procesos de conversión… son algunas de las medidas posibles para algo que, hoy más que nunca se hace imprescindible: denunciar y hacer frente a los diferentes aspectos económicos del militarismo, una tarea urgente que requiere la participación de todos, y una buena forma de ponerse a ello es tomar parte en la V Marcha por la Conversión de la Industria de Armamentos. Nos vemos en Eibar hoy, sábado, a las 8 de la tarde.
Jesús Fernández, Marcos Barroso y Antonio Escalante / Miembros de Gasteizkoak
Publicado en El Mundo, 08-06-1995 y Egin, 10-06-1995