Armando guerras y pidiendo paz

Asistimos con frecuencia a un fenómeno que podríamos calificar de hipocresía social, si no fuer porque, en no pocas ocasiones, se aproxima peligrosamente al colaboracionismo, o, al menos, connivencia con la resolución bélica de los conflictos.

Sucede así con la actual guerra de los Balcanes y los posicionamientos públicos y privados que genera entre la ciudadanía y gobiernos (pongamos por caso, vasco y español) en relación a alguna de las prácticas que desde esos mismos estamentos y poblaciones se llevan a cabo, en clara contradicción con los deseos de “pronta pacificación, detención de la masacre y resolución del conflicto”.

Podríamos incidir en diversos aspectos de eso que hemos denominado “hipocresía social”, pero vamos a centrarnos en uno de los factores que se repiten en cualquier proceso de guerra, afectando a su génesis y posterior desarrollo (es evidente que no es lo que provoca el conflicto, pero sí determina su abocación a una guerra-genocidio, impidiendo que se resuelva de una forma pacífica): la fabricación y comercio de material bélico.

Dos afirmaciones

1ª La intervención militar (no equiparar a estallido de conflicto armado) existe desde hace años. Los datos dicen que desde 1987, durante la mal llamada “época de paz”, y ase estaba preparando lo que después conoceríamos como guerra de los Balcanes.

2ª Desde estos primeros instantes, fábricas, tanto de Euskadi como del resto del Estado español, estaban vendiendo armas a todas las partes en conflicto, y parece que lo siguen haciendo.

Algunos datos

En noviembre de 1987 un grupo de nacionalistas croatas es detenido en Marbella cuando gestionaba la compra de armas ligeras.

En julio de 1991 Cronovrsanin Harvn, secretario del Partido de Acción Democrática de la localidad de Novi Pazar (capital de la provincia serbia de Sandzak, cuya población es musulmana en un 80%) aseguró que miembros de su comunidad y de la república de Bosnia-Herzegovina se estaban armando. También declaró que Novi Pazar era un importante centro de contrabando de armas y que había llegado una partida de pistolas de las marcas vascas “Astra” y “Llama”.

Afirmó que las armas llegaban por puertos croatas y eran trasladadas por carretera a Bsonia-Herzegovina (Crocacia ha apoyado de forma encubierta a los musulmanes bosnios mientras éstos han combatido a Serbia, ya que gracias a estas acciones ha conseguido una posición ventajosa en el reparto de Bosnia-Herzegovina en el “plan de paz de la ONU”).

Además confirmó que buena parte de las armas llegaban también por Turquía, que había prometido ayuda a los musulmanes.

En octubre de 1991 detienen en San Pedro de Alcántara (que junto con Fuengirola son dos puntos importantes de la venta internacional de material bélico de gran tecnología) a dos croatas y dos austriacos que se habían entrevistado con representantes de la compañía Commerce International Group Ltd. (filial en el Estado español de una compañía inglesa), con la intención de adquirir lanzamisiles, tanques, lanzagranadas, y abundante munición. Se pensaba utilizar Chile como tapadera para eludir el embargo de la CEE a la exYugoslavia. El destino final era la Guardia Nacional de Croacia.

Para eludir el embargo también se utiliza a Austria –de ahí los dos austriacos en la operación- como camino intermedio. Casualmente Austria en 1990 (fecha en la que el entonces presidente austriaco de Carintia, Jörg Haider, manifiesta su preocupación por la masiva compra de armas por parte de yugoslavos en las tiendas de este Estado) multiplica por seis en relación al año anterior sus compras de material bélico al Estado español (sin contar el mercado negro, que aumentaría considerablemente esta cifra).

Días más tarde aparece en la prensa la foto de dos pistola “Star” (también de fabricación vasca) en manos de la Guardia Nacional Croata, que admiten que, pese al embargo internacional, en Croacia, Serbia o Bosnia-Herzegovina, se pueden conseguir armas de todo tipo por un módico precio.

Es importante destacar la reactivación en la producción de armas cortas fabricadas en empresas vascas, coincidente con estas noticias que demuestran cómo hasta los diversos frentes de la antigua Yugoslavia han ido llegando armas de las factorías de Astra-Unceta (Gernika), Star-Bonifacio Echeverría (Eibar) y Llama-Gabilondo (Gasteiz).

Práctica reiterada

Pero, ya en anteriores ocasiones, éstas y otras fábricas han enriquecido sus arcas mediante el comercio de material bélico con países en guerra. Varios ejemplos:

A pesar de que desde finales de 1982 el Gobierno español decretó el embargo de armas a Irán e Irak, empesas privadas como Gamesa (Grupo Auxiliar Metalúrgico SA), Ecia (Esperanza y Cía) o Expal (Explosivos Alaveses), y públicas como Santa Bárbara o Casa (Construcciones Aeronáuticas) siguieron vendiéndolas a estos países; en algunos casos mediante operaciones triangulares con Líbano, Siria, Jordania o Arabia Saudí.

Una investigación realizada por Naciones Unidas en 1984 a petición de Irán demostró que las carcasas de las bombas químicas que costaron la vida a centenares de personas y más de 8.500 heridos iraníes, hbían sido fabricadas por Expal.

Gamesa fue acusada en los tribunales por trasladar a trabajadore eventuales, bajo engaño, a las proximidades de la línea de fuego de la guerra Irán-Irak, con el fin de reparar la parte mecánica de dos modelos de bomba fabricados por una de sus filiales (la hoy desaparecida Tornusa)

En mayo de 1987 diversos medios de comunicación recogen el envío de 32 toneladas de morteros y municiones de Esperanza y Cía a Sudáfrica, cuando el Gobierno había decretdo el embargo en septiembre de 1986.

Enre 1985-87 el Estado español concertó ventas mlitares con Somalia, por un valor 18 veces superior al exportado a ese paíse entre 1980 y 1985, sirviéndose incluso de un crédito del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) por valor de 1.180 millones de pesetas.

Apoyo y connivencia

Aunque los datos expuestos nos parezcan escalofriantes y bochornosos, el complejo militar-industrial, ese cuyo objetivo es simplemente el enriquecimiento a base de facilitar la muerte (no nos engañemos, no importa de quién) necesita para su subsistencia, del apoyo institucional (créditos y subvenciones) y ciudadano (silencio, y mano de obra). Lo lamentable es que, hasta ahora, no le han faltado.

Las dos terceras partes de las fábrica del Estado español de producción de material bélico son públicas, lo cual no quiere decir sino que su producción y comercio están en manos del Gobierno español directamente.

A pesar de que la OCDE prohíbe que los Fondos de Ayuda al Desarrollo se otorguen para otra cosa que no se el contribuir al bienestar de los países más pobres del planeta, el Gobierno español ha concedido, en los últimos 10 años, créditos a estos países por valor de 50.000 millones, con los que han financiado la compra de material militar español.

Entre Astra-Unceta, Esparanza y Cía, Expal, Llama-Gabilondo y Star-Bonifacio Echeverria (por poner solo las mencionadas en este artículo) han recibido más de 2.500 millones del Programa de Actuación Extraordinario (más conocido como 3-R) elaborado por el Gobierno Vasco con el apoyo financiero de las Diputaciones Forales.

Más de 4.000 empresas y 100.000 personas trabajan en la industria española de defensa, según un informe de Jhon Wilkinson, expresidentes de la comisión científica, técnica y aeroespacial de la Asamblea de la UEO. Es decir, más de 100.000 trabajadores colaborando con la resolución bélica de los conflictos.

Hasta hoy ningún organismo sindical ha denunciado estas ventas ilegales, ni impulsado un proceso real de conversión de la industria de armamentos. Sin embargo, la mayoría de ellas convocan las movilizaciones anti-guerras y en solidaridad con los pueblos por ellas afectados.

Desarmar los conflictos

Creemos por tanto, que los caminos a abrir para practicar una solidaridad comprometida con los pueblos de la antigua Yugoslavia o con cualquier pueblo en guerra (recordemos que aunque la ex Yugoslavia protagonice nuestras preocupaciones, ahora mismo son más de 100 las guerras declaradas en el mundo), no deberían pasar por la exigencia de armar a las partes más desarmadas de los conflictos, sino por denunciar a todos aquellos (como hemos intentado demostrar, mucho más cercanos de lo que pensamos) quienes, a pesar de sus declaraciones grandilocuentes y su solidaridad televisada, siguen interesdos en preparar e impulsar las guerras y justificar la necesidad de los ejércitos de intervención (eufemísticamente llamados de pacificación).

Porque, hoy más que nunca, tenemos decididamente que teneer claro que la paz no es la ausencia de conflictos, sino la práctica decidida de la justicia social, y que la auténtica solidaridad nunca podrá ejercerse contribuyendo a armas las guerras.

 

Alberto Benito y Antonio Escalante, en nombre del Colectivo Gasteizkoak

Publicado en Egin el 25-03-1993

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