Militares y policías, la misma cosa
Hace ahora año y medio aproximadamente, cerca de 20 colectivos juveniles, sociales, sindicales y políticos vitorianos, ante la intervención militar de la OTAN en Irak, convocaban una concentración en la Virgen Blanca para, bajo el lema “Ni OTAN ni Sadam. Libertad para el pueblo iraquí”, denunciar públicamente la agresión militar que la OTAN (so pretexto de impedir los desmanes del dictador Sadam Husseim, pero con la intención real de “proteger sus intereses estratégicos” –petróleo- en la zona) estaba infringiendo a la población iraquí.
La reivindicación de libertad y paz para un pueblo oprimido interna y externamente, tuvo en Gasteiz como respuesta lo mismo que denunciaba: represión y cercenamiento de libertades.
Efectivamente, el cuerpo policial vasco, la ertzaintza, demostrando una vez más que, como denunciamos desde el antimilitarismo, hoy en día las policías cumplen internamente el mismo papel que los ejércitos externamente (esto es, practicar su monopolio de la violencia física sobre los pueblos y personas, para defender los intereses de quienes mandan), decidió impedir la concentración, deteniendo a uno de los participantes por no portar el carnet de identidad, y a dos más que, por conocidos antimilitaristas, les tocó la china.
Dieciocho meses después, el paralelismo entre lo que sigue ocurriendo en Irak y lo que les está sucediendo a quienes a favor del pueblo iraquí se movilizaron, continúa siendo evidente.
Así, tras una de las mayores demostraciones de en qué consisten realmente las intervenciones de los denominados “ejércitos pacificadores”, con “daños colaterales” en forma de decenas de miles de civiles iraquíes, hoy en día, siguen teniendo lugar los bombardeos y boicot (aunque ya sólo ocupen de vez en cuando algún “breve” en los periódicos y no las primeras imágenes en los “noticieros”) sobre una población que, al mismo tiempo, continúa padeciendo los excesos del tirano Sadam.
Nuestros compañeros, paralelamente, han visto como ha sido sobreseida la denuncia que interpusieron por el cercenamiento de sus derechos, al tiempo que hoy 5 de Octubre van a ser juzgados, ya que quienes les imposibilitaron ejercer sus derechos y les reprimieron por intentar hacerlo, les han denunciado por desobediencia (será por no seguir la norma, y denunciar lo que interesa silenciar) y atentado contra la autoridad (efectivamente, la actitud solidaría que demostraron es toda una bomba de relojería en los cimientos de una autoridad basada en la imposición por la fuerza).
Desgraciadamente, estos hechos, aquí brevemente reseñados, no son sino uno demostración más de lo que a diario acontece. El intervencionismo militar disfrazado de “humanitario” es el instrumento que utiliza el neoliberalismo (o “nuevo” imperialismo occidental) para imponer a sangre y fuego sus condiciones en aquellas zonas del planeta donde vea peligrar sus intereses (ayer en Irak, mañana probablemente en Colombia).
De igual forma, las policías (públicas o privadas; tengan el nombre que tengan y vistan el uniforme que vistan) son el brazo represor que utilizan los poderes estatales y locales para tratar de eliminar toda disidencia, ya sea ésta por motivos ideológicos, por dignidad o por necesidad para sobrevivir, algo de lo que en Euskal Herria tenemos innumerables evidencias tanto como pueblo como individualmente.
Algunas obviedades es bueno repetirlas en voz alta de vez en cuando, porque en no pocas ocasiones intentan desdibujarnos incluso las evidencias más elementales (Ver artículo de Doroteo Santos en el Gara del 22 de septiembre). Ni existen los ejércitos “humanitarios” (ningún ejército intervendrá nunca, por ejemplo, en país alguno del Norte para impedir sus políticas de expolio y enriquecimiento a costa de los países del Sur) ni son posibles las “policías del pueblo” (ningún cuerpo policial conminará u obligará a empresario o banquero alguno a redistribuir equitativamente las riquezas generadas por los pueblos y que ellos nos arrebatan en forma de plusvalía o comportamientos usureros).
Y esto es así, entre otras razones, porque los cuerpos militares y policiales están integrados por mercenarios al servicio del Poder que les paga (en el caso de los públicos, con el dinero que sustraen de nuestros bolsillos vía impuestos), que renunciaron a su condición de personas (es decir, a la capacidad de pensar y actuar de acuerdo a sus propias ideas y sentimientos), para obedecer ciega, disciplinada y sumisamente al poder autoritario y jerárquico que se impone en los cuarteles (la mejor “vacuna” contra cualquier rasgo de humanidad).
Y es bueno tenerlo presente, no sólo para saber que policías y ejércitos no pueden tener lugar ni en la Euskal Herria libre y autodeterminada a la que como antimilitaristas aspiramos, ni en el orden social realmente justo e igualitario que pretendemos construir, sino también, para no olvidar que a pesar de sus campañas de imagen, en el día a día van a seguir reprimiendo a todo pueblo o persona que cuestione el status quo. Por todo ello será bueno utilizar y desarrollar la desobediencia, la solidaridad y la imaginación (tres capacidades que son amputadas en los cuarteles policiales y militares) como nuestras mejores armas para hacerles frente.
Jesús F. Naves y Antonio Escalante en nombre de Gasteizkoak
Ppublicado en Gara el 05-10-1999