El Movimiento Antiarmamentista vasco. Una experiencia en desarrollo

Aunque la significativa participación de la industria vasca en el conglomerado militar-industrial (fabricación, comercio y exportación de armamentos) se remonta a hace más de un siglo (actualmente, la fábrica de armamentos más antigua del Estado español está situada en Guipúzcoa –S.A. Placencia de Armas-, y a Eibar, por ejemplo, se le conoce de antiguo como la “localidad armera”), la oposición social a esta realidad –al menos en lo que respecta a este último cuarto de siglo- se había limitado a actos o artículos puntuales, sin una continuidad o planteamiento concreto de respuesta estructurada.

Los primeros pasos

Sin embargo, a principios de la década de los 90, y tras la constatación de la participación de la industria militar vasca en las guerras, tanto entre Irán e Irak (donde incluso había empresas que suministraban a ambos bandos) como en la denominada “Guerra del Golfo”, a iniciativa de las Asambleas de Objeción Fiscal de Euskal Herria, diversos grupos y colectivos comenzaron a organizar anualmente una “Marcha” hacia alguna de las fábricas de armamentos vascas.

Esta iniciativa, que al principio utilizaba el lema de “Marcha contra las fábricas de armamento”, tras las primeras experiencias y debates subsiguientes, pasó a denominarse “Marcha por la Conversión de las fábricas de armamento”, intentando impulsar así la conversión en producción civil de utilidad social como alternativa a la producción militar, procurando, al mismo tiempo, romper el rechazo y enfrentamiento que ante esta iniciativa se había suscitado en las plantillas de las empresas y sus representantes sindicales, y tratar de abrir canales de comunicación que posibilitaran la implicación del personal de estas fábricas en el proceso de Conversión.

Coincidiendo con la iniciativa de las marchas a las fábricas de armamento, y teniendo como uno de sus principales objetivos el potenciar respuestas y alternativas a la industria armamentística vasca, nace el Colectivo “Gasteizkoak”, quien durante sus primeros años de existencia desarrolla una labor de recopilación de datos e informaciones que posibiliten el conocimiento de la realidad, dimensión y características de la industria militar vasca[1].

Paralelamente, elabora y difunde textos sobre los objetivos, características y condiciones que requeriría un proceso de Conversión, intentando con ello potenciar el debate e interesar en él a las diversas partes necesarias para abordar el proceso (colectivos antimilitaristas, pacifistas y sociales en general; organizaciones sindicales y personal trabajador; economistas y estudiantes o profesionales de la ingeniería; instituciones…).

En la misma línea de intentar abrir cauces de comunicación con las partes afectadas, a partir de la “III Marcha a las fábricas de armamento de Euskal Herria”, se intenta desarrollar un trabajo previo, tanto convocando -previamente a la marcha- reuniones, debates públicos y mesas redondas en la localidad donde se encontrara ubicada la fábrica en cuestión (ante una población especialmente sensible ante la posible pérdida de puestos de trabajo en su pueblo o ciudad), como tratando de contactar por escrito y/o en persona con las plantillas y su representación sindical, para, en ambos casos, dejar claro que el objetivo no era el cierre de la fábrica, sino la conversión de su producción con el mantenimiento de los puestos de trabajo.

Comienza a abrirse algún claro entre los grandes nubarrones

Sin embargo, los resultados de todas estas gestiones habían sido prácticamente nulos. No se conseguía abrir canales de comunicación que permitiesen romper las barreras y recelos de las plantillas de estas empresas. Pero, dos hechos que tienen lugar durante 1996 van a desbloquear, en parte, esta situación:

  • Por un lado, y de cara a la Marcha de ese año que tenía como destino Explosivos Alaveses (EXPAL), los intentos de contacto previo con las organizaciones sindicales dan su primer fruto cuando ESK de EXPAL (en aquel entonces segunda fuerza sindical en el Comité de Empresa) se muestra abierta al diálogo y a contemplar la Conversión como una posibilidad a analizar, al mismo tiempo que posibilita un primer contacto directo entre los grupos impulsores de la Marcha y la plantilla de EXPAL, haciendo de intermediaria en la convocatoria de una reunión que, aunque con escasa presencia (6 personas), sirvió para romper con muchos de los temores y falsas imágenes con que contemplaban estas iniciativas.
  • Por otra parte, una serie de organizaciones catalanas, animadas principalmente por el Colectivo C3A (Campaña Contra el Comercio de Armas) y Justicia y Paz, deciden impulsar un estudio sobre las posibilidades de Conversión de una fábrica militar, eligiendo finalmente la propia EXPAL, por desarrollar una producción que es la que mayor número de víctimas provoca en los conflictos del llamado “Tercer Mundo”, ser una de las empresas que más se ha destacado por su falta de escrúpulos en las ventas ilegales, y basar gran parte de esas ventas en la exportación a los países más pobres del planeta.

Planteamiento del estudio de Conversión y negativa de Comisiones Obreras

La iniciativa del estudio de Conversión constituye la primera experiencia de este tipo en el Estado español, por ello, para poder abordarlo convenientemente, en Cataluña se crean diversos grupos de trabajo que plantean desde el principio que el mencionado estudio debe cumplir dos condiciones básicas irrenuncialbes:

  1. No puede significar la pérdida de ningún puesto de trabajo
  2. Ha de contar con la adhesión de las trabajadoras y trabajadores de la empresa.

Al mismo tiempo, se mantienen reuniones con numerosos estamentos sociales buscando su implicación y apoyo, teniendo lugar, a su vez, las primeras entrevistas con la sección sindical de CCOO en EXPAL por ser la fuerza mayoritaria (con mayoría absoluta), en aquel entonces, en el Comité de Empresa.

Durante casi 2 años (durante los cuales se va desarrollando todo un detallado anteproyecto de estudio) los representantes de CCOO de EXPAL (quienes tan siquiera llegaron a plantear la cuestión al resto de organizaciones presentes en el Comité), navegan entre la ambigüedad y el recelo, sin un posicionamiento definitivo. Así las cosas, se intensifican las conversaciones con las personas responsables del sindicato a todos los niveles (desde la sección de químicas de Euskadi hasta el propio secretario general, Antonio Gutiérrez) quienes, sin embargo, tras muy buenas palabras y aparente disposición, no consiguen que CCOO de EXPAL varíe su postura. Así, tras un requerimiento de toma de postura definitiva, termina oponiéndose a la realización del estudio.

Esta negativa, que significa la imposibilidad del cumplimiento de una de las dos condiciones básicas prefijadas, supone que los colectivos y grupos catalanes impulsores del estudio decidan renunciar a su realización, remitiendo una carta -en términos tan claros como contundentes- a los respectivos estamentos de CCOO con los que se había mantenido relación, haciéndoles responsables directos de la no realización del estudio (y la obvia contradicción que ello supone con los contenidos sociales que esta organización dice defender), pero, al mismo tiempo, mostrándose abiertos a retomar la tarea en el caso de que se produjera un cambio de postura de CCOO de EXPAL.

El surgimiento de la Plataforma “Moldaketa”

Ante este panorama, desde el Colectivo “Gasteizkoak” se plantea la necesidad de activar una campaña de presión social que haga replantearse al Comité de empresa su postura. Para ello se pone en contacto con numerosos colectivos y organizaciones cívicas y sociales de Araba, explicándoles la situación y apelando a que entre todas, en un tema tan sangrante y que de tan cerca nos implica a la población alavesa, demostrar que esa etiqueta de “ciudadanía solidaria” que se le adjudica, tiene su fundamento.

La respuesta obtenida así lo apunta. A las primeras reuniones acuden 16 organizaciones y grupos variopintos (colectivos juveniles, antimilitaristas, de contrainformación, ONGs, grupos cristianos, organizaciones internacionalistas…), quienes tras los debates iniciales deciden constituirse en la Plataforma “Moldaketa”, planteando, así mismo, la conveniencia de impulsar la Conversión no sólo de EXPAL, sino de la industria militar vasca en general.

Tras la realización de varias actividades públicas, Moldaketa remite una carta al Comité de Empresa de EXPAL (cuya composición había variado tras las elecciones sindicales de finales del 98, pasando a ser ESK quien ostenta la presidencia del Comité, aunque con un número de representantes igual al de CCOO), comunicándole su decidida disposición tanto al diálogo como a la presión social, si esta fuera necesaria para conseguir el replanteamiento de la negativa.

El Comité responde con un cambio de postura, que sin embargo se limita a “no oponerse” a la realización del estudio, haciendo insistencia en la necesidad de compromiso por parte de la empresa para que el estudio, en caso de determinar la viabilidad de la Conversión en el caso de EXPAL, no quedase en papel mojado.

Perspectivas de futuro

Hasta aquí el breve repaso a la reciente historia del movimiento antiarmamentista vasco. Varias iniciativas están en preparación a la hora de elaborar estas líneas, pero creemos que sería interesante abordar, para terminar, un análisis sobre los obstáculos y perspectivas a las que tendrá que hacer frente el movimiento a corto y medio plazo.

Para empezar, la propia consolidación interna. La positiva experiencia de trabajo conjunto entre organizaciones tan diversas como las que se reúnen en “Moldaketa”, deberá afrontar el reto del esfuerzo de entendimiento entre las diferentes prácticas, formas organizativas, enfoques y matices, para encontrar los nexos de unión suficientes que posibiliten la tarea conjunta.

Al mismo tiempo, sería interesantísimo extender el movimiento a otros herrialdes (provincias).Especialmente a aquellas zonas donde se concentran o ubican las principales fábricas de armas, ya que el conocimiento del contexto y un trabajo continuado facilitarían mucho más la labor que los contactos puntuales alrededor de la organización de una “Marcha”.

Otro de los retos es, sin duda, vencer los obstáculos existentes para la relación y coparticipación de las organizaciones sindicales presentes en estas fábricas, y las propias plantillas, ya que su papel es fundamental por su conocimiento de la propia fábrica, y en numerosas ocasiones serán las propias plantillas las primeras interesadas en encontrar alternativas viables a la producción que ahora realizan, cuyas terribles consecuencias no se les escapan. En la misma línea, habría que tratar de introducir este mismo debate en las escuelas y facultades donde las labores de I+D están contribuyendo a la continua sofisticación de la industria de armamentos. Su aportación a la búsqueda de productos alternativos que fabricar con la maquinaria actual de estas empresas, tendría un valor incalculable.

Pero tanto o más necesario que la extensión y consolidación del movimiento, es el profundizar en las diversas líneas de trabajo y alternativas a la industria militar. La Conversión puede ser una buena alternativa a muchas de las empresas dedicadas plenamente a la fabricación militar, pero no lo es para aquellas empresas (cada vez más numerosas) que mantienen producciones tanto civiles como militares. Habrá que plantearse otras líneas como, para estos casos, podría suponer la objeción laboral a la producción militar.

Será necesario también hacer frente a las políticas de ayuda y subvención públicas, denunciando la doble moral de aquellas instituciones y organismos que, tras “grandes discursos” de aparente cariz “pacifista” desarrollan políticas proteccionistas y potenciadoras de la fabricación militar.

De igual forma, es imprescindible continuar con la tarea de desenmascaramiento de los intereses económicos que se esconden tras la fabricación de armamentos. Las entidades financieras y bancarias, y la clase política, son dos de las presencias habituales en los Consejos de Administración y Accionistas de estas empresas, y son ellos quienes sin escrúpulo alguno llenan sus bolsillos mercadeando con la muerte.

La oposición a la industria militar tiene que ir unida a la denuncia del comercio y exportación de armamento y su relación directa en el estallido de nuevas guerras y conflictos, en la represión ejercida sobre numerosas poblaciones, y el empobrecimiento de muchos países de la Periferia Sur.

La tarea por delante, como puede verse, se presenta tan extensa como apasionante. La implicación del movimiento antimilitarista básica, y las posibilidades de que este trabajo facilite el cuestionamiento social de importantes aspectos del militarismo, enormes. De todas y de todos depende que la participación de la industria vasca en la producción militar no sea motivo de vergüenza propia para la población vasca. Sería un bonito ejemplo de autodeterminación ante el militarismo.

 

NOTAS

[1] Más de doscientas empresas, eminentemente de carácter privado, con distintos grados de implicación en la industria militar, pertenecientes a distintos sectores (aeronáutico; armamento, municiones y explosivos; armas cortas; blindados y acorazados; ingeniería de sistemas…), dedicadas eminentemente a la exportación, y con un importantísimo componente de subvenciones y ayudas de diverso tipo por parte de todo tipo de instituciones públicas tanto vascas como españolas.

 

Colectivo Gasteizkoak

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