Nuevos retos del antimilitarismo
Tras diez años de Insumisión, la abolición del Servicio Militar Obligatorio (SMO) puede permitir al movimiento antimilitarista el plantearse nuevos retos en la apuesta por la desmilitarización social, para lo cual, desde nuestro punto de vista, sería conveniente abordar las siguientes cuestiones:
- Desarrollo de un nuevo análisis antimilitarista de la realidad. La absorbente dinámica de los 10 años de Insumisión ha impedido reflexionar y analizar debidamente los innumerables y poco predecibles cambios que, en nuestro mundo, y a muy distintos niveles, han tenido lugar en la última década. El actual sería un buen momento para, antes de lanzarnos a la elección de nuevos objetivos, revisar nuestros análisis de la realidad, identificar y desvelar las nuevas caras y formas del militarismo y definir, en consecuencia, las prioridades del antimilitarismo.
- El indudable éxito e impacto social de la Insumisión, no debe hacernos olvidar que nuestras sociedades siguen admitiendo como positivos o “naturales,” pensamientos, comportamientos, actitudes y esquemas militaristas, y que, al igual que sucedió en el inicio de la oposición al SMO hace más de veinte años, los nuevos objetivos que podamos proponernos contarán con un apoyo social inicial minoritario. Nuestro reto debe consistir, precisamente, en convertir ese apoyo social en mayoritario, lo cual requerirá todo un proceso, probablemente, de nuevo, de bastantes años. Seamos conscientes de ello y rehuyamos tentaciones populistas que nos empujen a la elección de objetivos no tanto en base a las conveniencias del antimilitarismo y la transformación social, sino a la fácil aceptación y apoyo social.
- No sólo debemos “actualizar” nuestros análisis y reflexiones, hemos de revisar también nuestras formas de organización (creando cauces y dinámicas que faciliten la incorporación de gentes que rompan la identificación con movimiento juvenil y masculino); la coordinación entre los propios grupos antimilitaristas (compartir los distintos puntos de vista para enriquecernos mutuamente y no para rivalizar); las relaciones e interrelaciones con otros movimientos sociales (huyamos de convertir el antimilitarismo en dogma y sepamos enmarcarle en ese horizonte mucho más rico de transformación social que compartimos con otros muchos movimientos); nuestras formas de intervención social (tipo de movilizaciones, tipo de materiales, instrumentos de comunicación, reivindicación del sentido lúdico en nuestras actividades…) y nuestra propia realidad personal (que nuestra práctica cotidiana intente reflejar nuestro pensamiento, al margen de edades, circunstancias familiares, contextos…).
- En Euskal Herria, en concreto, hemos de asumir la responsabilidad de convertirnos en parte activa en el proceso de autodeterminación que este pueblo ha puesto definitivamente en marcha y ello en una triple vertiente. Por un lado, como movimiento social, reclamando el protagonismo fundamental que la sociedad civil debe ejercer en este proceso. Por otro, apostando por la desobediencia civil como estrategia de lucha, tanto para hacer frente a las agresiones e intromisiones que recibamos desde el exterior, como para poner en práctica desde ya una forma de organización e intervención política acorde con el modelo de sociedad que pretendemos alcanzar. Y, finalmente, dotando de iniciativas y contenidos a nuestra apuesta irrenunciable por una Euskal Herria desmilitarizada.
Tras diez años de Insumisión, se nos presenta ahora un horizonte pleno de retos apasionantes para un movimiento antimilitarista cargado de futuro. Encontrémonos compartiéndolo.
Antonio Escalante y Asis Iriondo, Colectivo Gasteizkoak
Publicado en Egunkaria el 19-02-1999