¿Qué está pasando en Explosivos Alaveses?

Habrá quien piense que las gentes antimilitaristas de Araba estamos de enhorabuena tras la decisión de la empresa Explosivos Alaveses (EXPAL), hecha pública hace unas semanas, de proceder el próximo mes de julio al cierre de sus instalaciones en Ollávarre, trasladando al personal de esta factoría a las empresas del mismo grupo localizadas en Burgos (Explosivos de Burgos –EDB-, en Páramo de la Masa) y Extremadura (Fabricaciones Extremeñas –FAEX- en Navalmoral de la Mata). Y, sin embargo, no es así.

Un pasado espeluznante

Y no es por falta de motivos para alegrarnos –y mucho- del cierre de una empresa que desde hace más de 58 años ha venido significándose mundialmente tanto por sus especialmente mortíferas, indiscriminadas y crueles producciones, como por sus repetidas demostraciones de carroñerismo que le han llevado una y otra vez a intentar colocar sus producciones allí donde gobiernos dictatoriales, riesgos de guerras o revueltas producto de la miseria abrían de par en par sus puertas a los mercaderes de la muerte más faltos de escrúpulos, dispuestos a incumplir cualquier tipo de legislación vigente e incluso de suministrar, a la vez, a ambos bandos de un mismo conflicto.

Así, y por señalar tan sólo algunos de los casos más lacerantes, EXPAL es responsable de haber suministrado en los años 70 bombas de napalm al Sha de Persia para su represión del pueblo iraquí; de fabricar las carcasas de las bombas químicas cargadas con gas mostaza suministradas a Iraq; de haber sembrado medio mundo de horribles mutilaciones causadas por los diversos modelos de sus minas antipersonales que, a pesar de prohibiciones, han terminado apareciendo en Angola, Argentina, Mozambique, Sahara, Marruecos, Mauritania, Iraq…; o de las 18.000 bombas suministradas en el año 2000 para que el gobierno turco prosiguiera su masacre de la población kurda. Entre las exportaciones de EXPAL conocidas, además de los ya mencionados, entre los destinos encontramos también a Arabia, Emiratos Arabes, Colombia, India, Kenya, Libia, México o Perú, países, todos ellos, cuyas poblaciones han tenido la desgracia de conocer a nuestro herrialde a través de los restos de los macabros artilugios de una empresa en los que se encontraban impreso el logotipo Explosivos Alaveses.

Tampoco es baladí su historial de suministros a los diferentes Ministerios de la Guerra españoles: bombas de muy diferentes tamaños y cargas, morteros, minas antipersonales, anticarro y submarinas, espoletas, disparos de artillería de muy diversos calibres, granadas, pólvoras, vehículos siembraminas, así como su participación en programas de cohetes tierra-tierra, suministro de cabezas de guerra para misiles, armamento de demolición e incluso en programas de aeronáutica militar como el del helicóptero de ataque Tigre. Especial mención en este capítulo de mercado interior se debe hacer de las multibombas o bombas racimo (cargadas cada una con hasta 180 bombas/minas); la BEAC (bomba expansiva de aire combustible o “minibomba nuclear) especialmente diseñada para afectar a las personas y no a las instalaciones, o el último programa estrella que le ha concedido recientemente el gobierno español, la bomba penetradora de guiado láser BPG-2000.

Pero nuestros recelos y suspicacias a la hora de celebrar lo que teóricamente podría parecer una magnífica noticia no vienen sólo del hecho de que la empresa no haya anunciado el cierre de su sanguinario negocio (lo que acometerá será su reorganización, con el traslado de la plantilla de la factoría alavesa a otras localidades) sino, principalmente, tanto de los datos falsos, equívocos o manipulados que se están dando sobre la situación de la empresa, como de la actitud mantenida por sus responsables e incluso por el comité de empresa, aceptando éste último, salvo en las cuantías económicas, las propuestas hechas desde la dirección empresarial.

Para comprobar cuál es la realidad, se hace imprescindible observar y analizar ciertas cuestiones.

Los últimos movimientos en el accionariado

En Mayo de 1994 un Consejo de Ministros autorizaba la compra del 100% del capital de Unión Española de Explosivos –UEE- (grupo empresarial al que pertenece EXPAL) a la sociedad de capital internacional Pallas Invest, bajo la condición, entre otras, de no poder desprenderse de su participación en un periodo mínimo de cinco años. Pallas Invest, continuando con la política de establecer a EXPAL como cabecera del “Negocio de Defensa” del grupo UEE, integra totalmente en EXPAL el departamento comercial y abre una segunda planta en la localidad alavesa de Ollávarre, al mismo tiempo que decide mantener en sus cargos a casi la totalidad del hasta entonces Consejo de Administración.

En Diciembre de 2000, tan sólo poco más de 1 año después de cumplido el plazo mínimo impuesto a Pallas Invest para la venta de su participación, otro Consejo de Ministros acuerda autorizar un nuevo cambio en el accionariado, desapareciendo de éste Pallas Invest quien da paso a la conocida entidad financiera estadounidense BancBoston Investments (que se hace con el 51% del grupo), al equipo directivo de UEE (con el 40%) y a la holandesa (pero con capital internacional) REEF Investissements (que asume el 9% restante).

Justo al día siguiente el Consejo de Administración de EXPAL acordó “concentrar las actividades de gestión, comercial, de I+D, compras, administración y tesorería, en la cabecera del Negocio de Defensa, EXPAL, y las actividades industriales en la filiales”, para lo que constituyó Explosivos Compañía Industrial Alavesa (ECIA), a quien traspasa “la rama de actividad constituida por la fábrica industrial de Ollavarre”.[1]

Los motivos de esta “reorganización administrativa” pueden ser varios: la búsqueda de más ayudas, subvenciones, ventajas o exenciones fiscales (sólo en el año 2001 este apartado le supuso más de 150 millones de pesetas); la descapitalización progresiva de una de las empresas resultantes (de hecho, ECIA, que desde su creación arrastra pérdidas, vende sus productos a EXPAL, que es quien los comercializa y quien obtiene beneficios), o diversas opciones más.

El hecho es que en la actualidad se está utilizando esta “separación empresarial” para confundir con datos parciales (tan sólo los pertenecientes a ECIA) comparándolos con los anteriores a la separación, lo que, como vamos a ver produce una lógica distorsión.

Ventas y beneficios

Así si, para establecer equitativamente la comparación, sumamos los resultados de las actuales dos empresas comprobamos que, en contra de lo que se está diciendo, los resultados de 2001 y 2002 no fueron negativos, sino que supusieron unos beneficios de 1.033 y 360 millones de pesetas respectivamente (las ventas ascendieron a 8.920 millones de pesetas en 2001 y 7.210 en 2002).

Estos datos son bastante similares a los que tradicionalmente ha obtenido EXPAL desde mediados de los 90 (en los primeros 90 solía obtener pérdidas). La excepción son los años 1999 y 2000 en los que la facturación alcanzó en ambos los 10.000 millones de pesetas, y los beneficios 1.323 y 1.464 millones, respectivamente. Pero, como reconoce la propia empresa en su Memoria 2001, la disminución de las ventas y de los resultados en 2001 frente a los dos años anteriores se debe “al haberse terminado un suministro excepcionalmente importante de productos cargados con explosivo para un cliente OTAN, contrato que se ha ejecutado durante los años 99 y 2000” (el contrato al que hace referencia es el suministro de 18.000 bombas al gobierno turco).

Pero es que, además, aunque a la hora de redactar este artículo aún no figuren en el Registro Mercantil correspondiente los datos pertenecientes a 2003, sí sabemos que, en cuanto a las adjudicaciones públicas recibidas del Ministerio de Defensa (que no suponen nunca el 100% de la ventas “nacionales”: el 46% en el 2000; sólo el 16% en el 2001 y otra vez el 46% en el 2002), en el año 2003 recibió 4.426 millones de pesetas (casi tanto como en todo el trienio 2000-2002), correspondientes a 25 contratos suscritos, uno de ellos, recibido en Diciembre de 2003, por valor de casi 2.000 millones de pesetas y cuyo objetivo es suministrar a Defensa la Bomba Penetradora Guiada BPG-2000, como ya queda dicho uno de los actuales programas estrella del citado Ministerio.

Y sabemos también que, aparte de sus producciones habituales, es una de las empresas españolas que participará en otro de los programa “estrella” de Defensa, el del helicóptero de ataque TIGRE. Es decir, que, a falta de conocer los datos de 2003, las perspectivas no parecen tan terribles como cuenta la empresa.

Tampoco resulta coherente con la tan cacareada crisis y falta de carga de trabajo de la empresa el que durante 2001 la actual EXPAL constituyera dos nuevas filiales: Fabricaciones Metalúrgicas de Albacete SA y Sistemas de Propulsión SA, según la Memoria de la empresa “con objeto de reforzar la posición del Negocio de Defensa del Grupo UEE en munición de calibres medios y en propulsión respectivamente”.

Plantilla

Algo similar a lo comentado sobre Ventas y Beneficios sucede cuando observamos con detenimiento los datos relacionados con la plantilla.

Si nos atenemos a lo que reflejan las Memorias Anuales de la empresa en los últimos años anteriores a la división, la plantilla de EXPAL en 1999 estaba compuesta por 157 personas (de ellas, 3 no fijas), y 160 en 2000 (2 no fijas). En 2001, una vez producida la separación, la nueva EXPAL cifra su plantilla en 72 (4 no fijas) y ECIA en 100 (“traspasadas” de la antigua EXPAL), lo que nos da un total de 172 (4 no fijas). En 2002 son 72 en EXPAL (4 no fijas) y 89 en ECIA, para un total de 161 (4 no fijas).

Es decir que, si comparamos datos, vemos que la plantilla media total en 2002 no sólo no se ha reducido con respecto a las de 1999 ó 2000, sino que ha aumentado. Sí ha disminuido con respecto a 2001, pero es que ese año hubo un incremento de plantilla probablemente provocado por el excepcional pedido de bombas a Turquía ya comentado.

El cierre de la factoría de Ollávarre

Otra cuestión oscura reside en el propio anuncio por parte de la empresa del cierre de la factoría de Ollávarre. En los medios de comunicación (citando siempre como fuente a la empresa) se ha hablado de: a) Cierre de esta factoría (en relación tan sólo a la parte de producción, es decir, a la actual ECIA). b) Traslado de la factoría a las instalaciones que el Grupo EXPAL posee en Burgos, llegando a publicarse incluso que UEE ha puesto en marcha un proyecto para la rehabilitación de terrenos de su propiedad en Páramo de la Masa, cuya inversión ascendería a 500 millones de pesetas[2]. c) Traslado tan sólo de la plantilla a las factorías que el grupo tiene tanto en Burgos como en Cáceres (la versión más reciente y que parece evidenciar que no hay traslado de la fábrica en sí, sino su cierre)… Es decir, de nuevo confusión y contradicciones.

Con los datos que conocemos, de entrada, resulta al menos chocante que un grupo empresarial vaya a desprenderse precisamente de la planta que le da nombre (recordemos, Explosivos “Alaveses”). Pero más extraño resulta aún si observamos las características de esta factoría: ECIA ocupa 559.220 metros cuadrados de terreno en el que se encuentran ubicadas más de 50 edificaciones que superan los 14.000 m² edificados (buena parte de ellos, laboratorios, talleres y almacenes con las características necesarias para la producción de explosivos) más un pequeño campo de tiro. Es decir, estamos hablando de instalaciones básicas para el grupo empresarial.

¿Qué razones pueden entonces llevar a la empresa a esta decisión?. Si se tratara del traslado de la factoría a Burgos, la lógica parece empujarnos a pensar en tres posibilidades: 1) Que las ayudas, subvenciones y condicione fiscales que le ofreciesen las instituciones burgalesas fueran los suficientemente importantes como para convencerles del traslado (lo que choca con una realidad que, hasta ahora, en general ha sido la inversa). 2) Que la presión social que supone el rechazo de la población a una fábrica de armas como EXPAL sea más insoportable en una localidad muy cercana a Gasteiz y fuera mucho más reducida en una zona tan apartada de grandes poblaciones como en Páramo de la Masa (por nuestra parte nada más nos hubiera gustado que ese fuera el motivo, pero la verdad es que la sociedad alavesa no hemos sabido articular el rechazo popular que EXPAL se merece, por el contrario en Burgos tienen convocada ya la segunda marcha popular consecutiva a Páramo de la Masa, y se reúnen cientos de personas). 3) Mucho más atrevida que las anteriores. Que EXPAL pretenda hacer negocios con sus terrenos en Ollávarre, lo que podría enmarcarse en la revalorización que está experimentando el municipio de Iruña de Oka al que pertenece (a poco más de 10 kms de Gasteiz) y sus grandes proyectos urbanísticos. O, incluso especulando más, con la construcción de una gran nueva cárcel que sustituya a la actual de Langraitz, proyecto que viene barajando de antiguo Instituciones Penitenciarias.

Recopilando

A lo largo de estas líneas hemos intentado ofrecer una imagen, más real de la que se está transmitiendo, sobre la actual situación de EXPAL. Con la ayuda de unos cuantos datos hemos podido comprobar que el perfil de empresa en crisis que se nos traslada no se ajusta a la realidad. Sin embargo, de momento, no podemos más que esbozar algunas hipótesis sobre las verdaderas razones que llevan a la empresa al anuncio del cierre y/o traslado de su planta en Ollávarre.

Llama también la atención la actitud mantenida hasta el momento por el Comité de Empresa de la fábrica quien, a diferencia de en otras ocasiones (en las que ante medidas mucho menos traumáticas de la empresa, se movilizó y presionó activamente) en ésta ha aceptado el planteamiento empresarial de fondo y se está limitando a negociar tan sólo las cantidades de indemnización por los traslados a Burgos y Cáceres. Comportamiento, ciertamente, sospechoso.

No seremos las gentes antimilitarista, desde luego, quienes lamentemos el cierre de EXPAL. Desde hace tiempo venimos reivindicando que para empresas de este tipo, teniendo en cuenta su total dedicación a tan brutal como mortífera producción, si no es posible la conversión a producción civil, la única salida es el cierre de la empresa y la recolocación de su plantilla por parte de las Administraciones que se declaran opuestas a las guerras y a las causas que las originan.

Por idénticas razones, tampoco participamos de la miopía que subyace en quienes ven motivos de celebración en el hecho de que EXPAL abandone nuestras tierras trasladando su producción a otras zonas.

Las fábricas de producción militar (más de un centenar localizadas en Euskal Herria) son una de las peores lacras que padecen los pueblos. Su misma existencia es la propia demostración de que gobiernos y Estados (los que las alimentan y mantienen) siguen apostando por las guerras y su amenaza como forma de (no) resolver los conflictos. Las entidades financieras y los empresarios que se lucran con sus sangrientos beneficios son auténticos mercaderes de la muerte sin ningún escrúpulo, actualmente con presencia, poder e influencia en los gobiernos para animar nuevas guerras y masacres que sigan nutriendo sus macabras cuentas corrientes.

Por todo ello sólo hallaremos motivos para la celebración cuando alguna o todas ellas desaparezcan totalmente. No queremos EXPAL ni en Araba ni en Burgos, Extremadura o cualquier otro lugar. El día que las poblaciones tomemos la iniciativa de trabajar por el cierre de las fábricas de armamento, denunciando públicamente desde sus accionistas a sus trabajadores (a cada quien en la medida que le corresponda), estaremos bastante más cerca de su desaparición y con ello habremos puesto uno de los principales pilares en la tarea de acabar con el militarismo y sus guerras.

 

Notas

[1] Memoria 2001 de EXPAL.

[2] “Expansión” 23-07-02

 

Estitxu Martínez de Guevara, en nombre del Colectivo Gasteizkoak

Mayo de 2014

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