¡Rompan filas!
En estos días el movimiento antimilitarista se dispone a celebrar el final del servicio militar obligatorio que tendrá lugar tras el último sorteo de quintos del 8 de noviembre.
Nos piden de Hika, y gustosamente accedemos, nuestras valoraciones y opiniones ante la realización del, que todo apunta a que será, último sorteo para el servicio militar obligatorio en el Estado español, hecho éste que el movimiento antimilitarista se dispone a celebrar como la ocasión merece.
Y, efectivamente, creemos que motivos sobrados hay para que toda la sociedad festejemos la abolición del SMO, aunque, como desde el antimilitarismo no nos cansamos de repetir, éste no sea sino un paso más en el largo camino aún por recorrer para conseguir la desmilitarización de nuestras sociedades.
No coincidimos, sin embargo, con las voces que señalan que la abolición de la mili, y su substitución por un ejército profesional, sea una victoria a apuntar, principalmente, en el haber del movimiento antimilitarista. Desde hace tiempo venimos insistiendo en que, a nuestro parecer, ese hecho no es tanto producto de las iniciativas antimilitaristas y la presión social, sino de una política decidida por las grandes estructuras de poder europeo como forma de adaptación tanto al Nuevo Orden Mundial impuesto por los Estados Unidos, como al proceso de unificación europea, tal y como creemos que demuestra claramente el Informe de la Comisión de Defensa de la Unión Europea Occidental (UEO) de noviembre de 1993 (documento UEO 1395):
“(…) El clásico argumento a favor de las fuerzas armadas compuestas mayoritariamente por reclutas ha sido siempre que éstas contribuían en gran medida a la formación de un consenso nacional en todas las cuestiones relativas a la defensa del país o a sus intereses vitales.
Si, como pretenden muchos, la principal actividad de las fuerzas armadas ya no es la defensa del territorio nacional o aliado, sino el mantenimiento de la paz en regiones situadas fuera del territorio nacional o aliado, la conscripción no pierde sólo su justificación esencial, sino que se convierte en un obstáculo, porque impide a las fuerzas armadas cumplir sus nuevas tareas.
Los gobiernos de Europa occidental deberán quizás renunciar a sus fuerzas armadas compuestas por reclutas, y pensar en crear ejércitos completamente profesionales, que estén mejor preparados para el despliegue y cumplimiento de las tareas para las que han sido creadas y entrenadas.”[i]
Y consideramos importante insistir en ello, no por cabezonería, sino porque como se deduce del texto anterior:
“1. Desde 1993, Occidente se prepara para multiplicar las guerras ofensivas, rebautizadas como de “mantenimiento de la paz”. 2. Si no hay un consenso del pueblo para tales guerras, se prescindirá de su conformidad y se recurrirá a mercenarios cuya ideología es más segura y no desertan”[ii]
cuestiones, ambas, que han quedado patentes en la guerra de la antigua Yugoslavia y que, a nuestro entender, forman parte esencial de la columna vertebral del nuevo proceso de militarización mundial al que asistimos, convirtiéndose por ello en dos de las principales cuestiones pendientes a las que el antimilitarismo tendría que hacer frente de inmediato: 1. El desenmascaramiento de las operaciones de mantenimiento de paz y las intervenciones de los ejércitos humanitarios, como nuevas formas de guerras imperialistas occidentales. 2. El secuestro de la voluntad popular tanto para la integración en estructuras militares, como, lo que es aún mucho más grave, en la capacidad de decisión sobre la participación en esas guerras.
Con todo ello no pretendemos, ni mucho menos, minusvalorar o restarle importancia a las estrategias -inicialmente de objeción y posteriormente de insumisión- que el antimilitarismo ha impulsado en el Estado español en el último cuarto de siglo (parece mentira, pero desde los primeros objetores políticos han transcurrido 25 añitos) y su indudable influencia social y política, simplemente, nos parece que éstas se reflejan mucho más acertadamente en otras cuestiones no menos importantes y sin duda básicas para la consecución de los próximos objetivos que el antimilitarismo se marque. Entre ellas destacaríamos dos:
- La deslegitimación social de los ejércitos y por ende de la profesión militar, lo que en la actualidad está ocasionando gravísimos problemas al Ministerio de Defensa en sus planes de configuración del ejército profesional, y es una semilla que seguirá dando sus frutos en próximas y diversas campañas.
- La demostración práctica de las potencialidades de la Desobediencia Civil como estrategia de lucha válida y adecuada para que los pueblos y sociedades hagan frente tanto a los desmanes e injusticias de los poderes establecidos, como a éstos mismos.
No es este el espacio (brevedad obliga) de señalar los retos y profundos cambios que, en nuestra opinión, debería abordar el movimiento antimilitarista en esta nueva fase post-conscripción [iii], ni las dificultades añadidas que se encontrará dada la actual situación de reflujo generalizada en los movimientos sociales, pero, sin duda, estas cuestiones marcarán el próximo futuro del antimilitarismo.
Si quisiéramos señalar, no obstante, que, aunque desde el antimilitarismo hemos intentado rehuir las proclamaciones victoriosas y las autocomplacencias hedonistas, que nos desvían de nuestros objetivos y nuestro horizonte transformador, nos parece un momento adecuado, éste del último sorteo de quintos, como para celebrarlo conjuntamente, aprovechando así mismo para reencontrarnos e intentar buscar las vías adecuadas de debate y análisis conjunto que nos faciliten la consecución de nuestros próximos objetivos, esto es, Ospakizunak bai, erronka berriak ere bai!
NOTAS
[i] “MONOPOLY. La OTAN a la conquista del mundo”. Collon, Michel; Editorial Hiru, Hondarribia 2000
[ii] Idem.
[iii] Este análisis lo hemos abordado ampliamente en nuestro informe de este año: “Militarismo y Antimilitarismo”, Colectivo “Gasteizkoak” txostena bi mila. Apdo. Correos 570, 01080 Gasteiz.
Estitxu Martínez de Guevara, en nombre del Colectivo Gasteizkoak
Publicado en Hika núm. 115, noviembre de 2000