Una propuesta para la Defensa de Euskal Herria
Como aportación a este “ezbaika”, y desde nuestra condición de colectivo antimilitarista, creemos que numerosas podrían ser la cuestiones a abordar (industria vasca de armamentos; nuestra contribución al gasto militar; la relación con las estructuras y organizaciones militares; los diferentes aspectos del control social, etc., etc.,etc.). Sin embargo, querríamos centrarnos en una cuestión que normalmente parece pasar desapercibida, al menos en los debates públicos, y que, no obstante, nos parece fundamental para toda sociedad que pretenda definir y protagonizar su proceso de autodeterminación como pueblo. Estamos hablando de la elección de su Sistema de Defensa.
Efectivamente, en no pocas ocasiones hemos tenido oportunidad de defender, escuchar o leer propuestas o declaraciones de intenciones sobre el carácter desmilitarizado y la ausencia de ejércitos como objetivos y peculiaridades de los que dotar a la Euskal Herria que pretendemos construir, pero poco o nada se ha dicho, al menos que conozcamos, sobre la cuestión de con qué Sistema de Defensa se dotaría esa Euskal Herria, pareciendo así que de la desmilitarización y abolición de los ejércitos se derivase como conclusión la ausencia de necesidad de Defensa.
Nos han acostumbrado a entender la Defensa desde una clave militarizada del concepto y hemos terminado por identificar Defensa con Defensa Militar y, por supuesto, ésta con los ejércitos y el militarismo. Sucede igual con otras cuestiones ligadas a ese concepto, como por ejemplo “Seguridad”, “Conflicto” o “Enfrentamiento”, que en nuestro imaginario colectivo se nos aparecen siempre ligadas a representaciones de invasiones militares, golpes de Estado, cuerpos policiales y militares, represión, guerras, armamentos… y, sin embargo, habría que reivindicar el derecho y la necesidad de todo pueblo, en este caso Euskal Herria, de defender sus libertades y conquistas sociales, su pluralidad y sus peculiaridades; así como para garantizar su Seguridad, entendida ésta desde una concepto social del término, no militar ni policial, es decir, una Seguridad ante la amenaza del hambre, de la exclusión social, de las imposiciones culturales; de la imposibilidad de una vida digna; de la destrucción del medio ambiente; de la discriminación por razón de sexo, raza, idioma, creencia, edad, opción sexual, condición social…
Todo ello debe llevarnos a redefinir esos conceptos replanteándonos ciertas preguntas: ¿qué es lo que queremos defender?; ¿de qué o de quién queremos defenderlo?; ¿cómo queremos/podemos defenderlo?
El debate sobre cada una de estas cuestiones daría por sí solo para un nuevo y larguísimo “ezbaika”, pero ello no debe llevarnos a seguir posponiendo u omitiendo una cuestión cuya respuesta determinará una de las características más importantes del modelo de sociedad del que pretendemos dotarnos, más aún teniendo en cuenta que la actual situación política y la apuesta por la construcción social y nacional (a nuestro entender ambos procesos deberían ser simultáneos e interrelacionados) nos brinda una oportunidad única en el contexto de los llamados “países occidentales” para optar por un modelo y concepto de Defensa alternativo al militar.
Nuestra apuesta en este sentido gira en torno a la idea de la Defensa Social, es decir, no simplemente una Defensa no militar o civil que reprodujese esquemas de la Defensa militar (en manos de unas “élites” separadas del resto de la sociedad; recubierta de una manto de acero de secretismo; al servicio de los poderes y no de las poblaciones; necesitada de la búsqueda o creación de enemigos para garantizas su supervivencia; actuando sobre los efectos y no sobre las causas; apostando por el enconamiento en vez de por la prevención de los conflictos…), sino una Defensa protagonizada por el conjunto de una sociedad dispuesta (y preparada) a tomar en sus manos la defensa de sus verdaderos intereses.
Enmarcadas en este contexto es donde cobran todo su sentido determinadas formas de lucha y estrategias tan citadas últimamente como la Resistencia y la Desobediencia Civil.
En efecto, no es lo mismo el uso puntual de una estrategia basada en la Desobediencia Civil, por ejemplo, (que aún así y todo, como en el caso de la Insumisión puede dar grandes frutos) que, partiendo de la base de una población conocedora de las características de esta forma de Defensa (adiestrada y habituada a su empleo, y dispuesta a protagonizarla asumiendo los riesgos que pueda conllevar), utilizar y desarrollar las numerosas herramientas y formas de lucha que podemos englobar bajo el concepto de Defensa Social (las ya citadas Resistencia y Desobediencia Civil; la No-Cooperación; el Boicot; la No-Colaboración; la creación de Instituciones Paralelas; el Sabotaje…).
Queremos decir con ello que ni se pueden entender la Desobediencia Civil y la Resistencia Popular como las “varitas mágicas” que nos vayan a permitir alcanzar nuestros objetivos de forma rápida partiendo de cualquier situación y circunstancias y sin una labor previa de crean las condiciones que lo hagan posible, ni la opción por la Defensa Social puede ir desligada de un proceso de transformación social dirigido a devolver a las poblaciones su legítimo Poder para que lo ejerzan, sustrayéndoselo a aquellos Centros de Poder que en la actualidad lo tienen monopolizado (hay que tener en cuenta que una población decidida y acostumbrada a rebelarse ante las agresiones externas, no permitirá fácilmente los despotismos o injusticias internas, incluso cotidianas, sin intentar hacerles frente).
Es por ello que, aunque determinadas reivindicaciones actuales de este pueblo puedan llegar a reunir las condiciones mínimas imprescindibles para intentar poner en marcha iniciativas encaminadas a su consecución haciendo uso para ello de algunas de las formas de lucha aquí comentadas, si lo que realmente queremos es dotarnos de un sistema de Defensa que nos permita hacer frente a los retos y obstáculos que en el camino de nuestra autodeterminación como pueblo nos encontraremos, es indispensable poner en marcha desde ya los mecanismos e iniciativas necesarias encaminadas a hacer posible ese modelo alternativo de Defensa.
Afortunadamente algunas de las característica de nuestro pueblo (como su conciencia colectiva, sus numerosas y cotidianas prácticas solidarias, su disposición a la movilización y reivindicación, su cultura asociacionista…) son unas bases lo suficientemente sólidas como para facilitar sobremanera esa tarea. Y nuestras variopintas redes populares y comunitarias, el mejor motor para impulsarla.
Opongámonos pues a los ejércitos, a los cuerpos policiales y al militarismo, pero preparémonos ya para dotarnos de un sistema de Defensa acorde con las características del pueblo que social y nacionalmente pretendemos construir. Para ello, la Defensa Social es nuestra propuesta.
Estitxu Martínez de Guevara, en nombre de Gasteizkoak
Publicado en Gara el 10-11-1999